Juan Guerra, de 51 años, halla en la artesanía basada en el reciclaje de azulejos una salida laboral después de tres décadas como albañil

Encontrar trabajo pasados los 50 años es una labor que, para muchas personas, conlleva una gran dedicación y paciencia. Cuando, además de la edad se cuenta con una discapacidad del 55 por ciento, que impide llevar a cabo determinadas tareas, la complejidad es aún mayor. En esa situación se encuentra Juan Guerra, vecino de Cancienes de 51 años. Después de más de tres décadas dedicado a la albañilería, una lesión en la cadera le obligó a pasar por quirófano para que le insertaran una prótesis. Ahora su objetivo es reconvertirse en ceramista, pero no de cualquier manera, sino que su idea de negocio consiste en aplicar la llamada «regla de las tres erres»: reciclar, reutilizar y reducir.

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